jueves, 29 de abril de 2010

Corro

Corro,
No huyo,
Corro.
Tras de mí no hay sombra,
Es mediodía.
El humo abunda.
Los tubos de escape eructan niños abortados.
Las llantas patinan en el calor del asfalto tropical.
Hay pitos y gritos y manos en timones;
Anillos de compromiso en esas manos…
Hay buses y taxis y vendedores de minutos,
De Bon-Ice,
Quienes,
Disfrazados como payasos del Milenio,
Repiten “Bon-Ice” como si fuera el nombre de Dios,
Y ellos los adoradores,
Y Bon-Ice la salmodia que los hará libres del hambre, la guerra y la muerte.
Y en la acera hay maletines, navajas, candados,
Llaves que no abren puertas,
Puertas sin llave ni cerrojo,
Mercancía china que llega a todas partes,
Que en cada casa está,
Que dura menos que el amor adolescente.
Yo esquivo y corro.
Hay tantos vendedores como llagas en la piel del leproso.
En la esquina,
La carne de cerdo baila Salsa sobre el asador.
El chunchulo aúlla, la morcilla hiede.
La saliva hierve en la acera,
Junto a la mierda del perro anónimo,
Junto a los pies del indígena de cinco años,
Quien,
Huérfano,
Ríe de hambre, de mugre, de piojos.
Sus piojos tienen sed porque la sangre escasea
En su carne de indio americano.
Un zapato de mil dólares pisa mierda de perro.
Una oreja con aretes de plata cree escuchar la canción
Que el iPod vomita.
Tetas de silicio y culos de pasos agigantados.
Pantalones que llegan a las rodillas.
Gatos que miran si parpadear cómo la anciana
Da tres vueltas en el aire
Y cae muerta junto al MIO
Y todos hacen corro
Y Nadie mira a Nadie,
Y Nadie está con Alguien,
Solos todo,
En corro,
Corren.
Corro.

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