lunes, 11 de mayo de 2009

Cataclismo

Cataclismo: del latín cataclysmus, y este del gr. κατακλυσμός, inundación.

La palabra prefigura un horror capaz de aniquilar de forma absoluta. La causa varía: un diluvio universal, la explosión de un volcán, un terremoto continental, la caída a la tierra de un cuerpo celeste, etc. Entre todas las causas que la tradición enumera una de ellas es ejemplar, aquella generada por la propia humanidad, cuyos intentos no han sido pocos. En las páginas del libro incesante, que es la literatura, varios han sido los intentos de aniquilación del hombre: los horrores de todas las batallas finales de todas las mitologías (Ragnarok, Armagedon, etc.), los horrores venidos del espacio que amenazan con erradicar la vida humana (La Guerra de los Mundos, V la Batalla Final, Tropas del Espacio, etc.), los horrores venidos del bosque o de la gruta distante, en donde se gestan ejércitos invencibles (El Señor de los Anillos, Crónicas de Narnia, La Historia sin Fin, etc.), las décadas de un genocidio en vilo que la historia llamó Guerra Fría. Este último quizá nos toque de manera reverencial debido a su cercanía en el tiempo y en el espacio: imagino una bomba atómica (nunca he visto una) e imagino su nube devastadora arrasando las montañas que circundan a Cali. Tal horror es merecedor de reprobación. Para un dios que desea hacer arte con el mundo, es sublimidad.

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